Elecciones en Estados Unidos: ¿Un nuevo inquilino en la Casa Blanca?

5 noviembre, 2020
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En el momento de escribir este post no hay aún un ganador en las elecciones en EE. UU, aunque la candidatura de Biden avanza y parece que podría acabar siendo nuevo inquilino de la Casa Blanca. El recuento aún continua en cinco estados considerados clave (Georgia, NC, Pensilvania, Nevada, Arizona) y en estos estados el resultado lo acabará decidiendo el voto por correo, que en estas elecciones ha batido récords con unos 100 millones de votos a causa de la pandemia. La ausencia de un ganador claro (o inmediato) era un escenario previsible, aunque el peor de todos los posibles por los riesgos que podría suponer para un país muy tensionado y altamente polarizado.

Básicamente, podían darse tres escenarios distintos en estas elecciones:

(1) Una victoria clara de Trump, algo muy improbable considerando la ventaja que las encuestas daban a Biden;

(2) Una clara victoria de Biden, escenario que parecía bastante probable a tenor de la ventaja que le daban las encuestas;

(3) El escenario que finalmente se ha dado: unos resultados muy apretados donde fuera quien fuera el ganador se impondría por un margen muy ajustado.

El escenario 2 –una victoria clara de Biden– hubiera exigido que Biden se hiciera con el gran sur (Texas, Florida, Carolina del Norte y Georgia), excluyendo los estados del sur profundo (Alabama, Oklahoma, Arkansas..), en los que la victoria del candidato republicano nunca ha estado en cuestión. Con estos cuatro estados, en los que las encuestas proyectaban unos resultados muy ajustados, más los estados en los que el demócrata llevaba una ventaja abrumadora, Biden se hubiera asegurado cómodamente la victoria, sin necesidad de tener que ganar en los viejos estados del norte industrial (Michigan, Wisconsin y Pensilvania). En contraste, el escenario 3 pasaba por lo que finalmente ha ocurrido: que Biden perdiera en los grandes estados del Sur (básicamente, Florida y Texas) y que para ganar necesitara imponerse en los estados del cinturón oxidado (Michigan, Wisconsin y Pensilvania).

Un país profundamente dividido

Hay varias cosas irónicas del escenario que finalmente se ha impuesto. La primera es que este escenario ha devuelto la elección al mismo campo de batalla que en 2016, donde las elecciones se decidieron en los estados del viejo corazón industrial de EE. UU. por unos cuantos miles de votos (unos 80.000 sumando los tres). Recordemos que estos son estados que desde 1990 eran sólidos apoyo a los demócratas, que votaron por Obama en 2008 y 2012, y que en 2016 se inclinaron por Trump. Lo irónico es que han vuelto a ser los estados que decidirán la elección y ahora podrían hacerlo a favor del candidato demócrata (en este momento, Wisconsin y Michigan ya han caído del lado del candidato demócrata, también por unos 20.000 votos de diferencia y se estima que Pensilvania también podría inclinarse de ese lado).

La segunda ironía es que, de todos los posibles, se ha impuesto el escenario más complicado y el que puede suponer más riesgos a corto plazo. Este escenario preveía resultados ajustados en algunos de estados clave (e.g., Pensilvania) donde los votos por correo no empiezan a contarse hasta el día mismo de la elección, lo que -se esperaba- podría dilatar la selección de ganador si la elección acababa dependiendo de estos estados (cabe señalar que, de haber dependido de otros estados clave que también aceptan el voto por correo como Florida, esto no habría ocurrido, ya estos votos empiezan a contarse semanas antes del día de la elección). Se preveía además que una situación así conllevaría riesgos, ya que era probable imaginar a Trump, que ya había estado preparando el terreno, explotando la falta de claridad de los resultados para erosionar la confianza en el sistema electoral y en los mismos resultados.

Aunque todo apunta a una victoria de Biden (si consolida Arizona o gana en Pensilvania), aún es pronto para saberlo. El recuento aún continua en Arizona, Nevada y Pensilvania, estados que Biden necesita para ganar, y aún podría tardar unos días. Esto abre un escenario de máxima incertidumbre que -se teme- podría ser aprovechado por Trump para movilizar a los suyos en las calles. Si gana Biden, es posible que veamos la impugnación de los resultados ante el Tribunal Supremo; en el peor de los casos, podríamos incluso llegar a ver violencia en las calles.

Aunque todavía pronto para sacar conclusiones de estas elecciones, lo que es indudable es que dejan un país profundamente dividido y una democracia erosionada. Si alguien nos hubiera dicho hace unos años que en la democracia más antigua del mundo el presidente cuestionaría los resultados de las elecciones y una parte muy importante del electorado cerraría filas con él, poniendo las lealtades partidistas por encima de las instituciones que garantizan la resolución pacífica de los conflictos, no lo habríamos creído. Pero esto es lo que está pasando y lo que indica que la democracia en EE. UU. está mal herida. 

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Comentarios
Laborconsulting.es5 noviembre, 2020 a las 3:27 pm

Es una situación inédita, a ver cómo termina.

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