El impacto de la COVID-19 en los Derechos Humanos

Cada año, países de todo el mundo celebran la adopción en 1948 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Este documento histórico proclama los derechos inalienables a la vida y la libertad, la libertad de la esclavitud y la tortura, la libertad de opinión, expresión y religión, el derecho al trabajo y a la educación. Por ello, el 10 de diciembre es reconocido por personas y organizaciones de todo el mundo como un día para defender y promover los derechos humanos.

No obstante, la actual pandemia de COVID-19 ha puesto a prueba la economía mundial y ha limitado algunos de los derechos humanos y las libertades fundamentales más importantes de las sociedades democráticas, además ha profundizado y agravado la crisis social y económica preexistente, con un impacto desproporcionado en los más vulnerables.

Si bien es cierto que las medidas impuestas por los Estados, con el asesoramiento de expertos en salud pública, están resultando eficaces para salvar vidas, al mismo tiempo, estas están afectando el trabajo, los medios de subsistencia y el nivel de vida de las personas, las comunidades y las familias.

Como relata el informe de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos y COVID19, los confinamientos y restricciones de movilidad han limitado el acceso a la comida, a la escuela, al trabajo y a los servicios básicos. El cuidado de las personas mayores, niños y personas con discapacidad se ha debilitado, mientras que las mujeres están soportando una carga desproporcionada del trabajo de cuidados que ha repercutido en sus propios derechos a la salud. 

En el siguiente vídeo, Miguel Ángel Elizalde, director del Máster Universitario de Derechos Humanos, Democracia y Globalización de la UOC, explica el impacto de la COVID-19 en los derechos humanos y ofrece algunos ejemplos de buenas prácticas que muchos países han adoptado, dentro de sus recursos disponibles, como medidas fiscales, financieras y económicas para mitigar el impacto negativo del COVID-19 en sus poblaciones.